6.5.10
Al pan pan y al clítoris, clítoris
La pregunta llegó a mis oídos como misil a la tierra. Atónita lo miré al
mismo tiempo que buscaba en mi archivo mental casi vacío de respuestas
políticamente correctas. En un segundo retrocedí en el tiempo y recordé la
cara de mi profe de geografía cuando le preguntó a un compañero qué forma
tenía la Argentina y él con seriedad respondió: “forma de bife”. Seguro que
yo tenía esa misma expresión.
“¿Las mujeres no tienen el clítoris todas en el mismo lugar, no?”, resonó en
mi mente una vez más.
“Yo creo que sí”.
Fue todo lo que le pude decir a este gran ignorante de 40 años. Claro que se
merecía muchas otras respuestas, pero tuve que morderme la lengua. Si en 20
años de vida sexual no había tenido el menor respeto por la anatomía
femenina yo no lo iba a corregir.
Su consulta me hizo enojar bastante. ¿Cómo pueden haber hombres que pasados
los 40 años no tengan ni idea de cómo darnos placer? Porque obviamente no
fue la última vez que tuve que escuchar semejantes barbaridades.
Aunque debo ser justa con ellos y mencionar que en ignorancia anatómica,
estamos empatados. Mujeres que sienten vergüenza o que jamás pronunciaron en
voz alta la palabra “clítoris” y seguras de su léxico dicen: “cliptoris”.
CLIPTORIS? ¿Acaso muerde y a mi no me avisaron?
Y después nos rasgamos las vestiduras para mantener a nuestros hijos “a
salvo” de la educación sexual en las escuelas. Temerosos, ignoramos el gran
daño que les provocamos al no tratar al sexo con el respeto y la madurez que
se merece. Trasladamos nuestros prejuicios creyendo que nuestros hijos
quedarán a la deriva del libertinaje y de la locura sexual. Y no digo que
educando se resuelvan todos los problemas del dormitorio, pero si
ayudaríamos más y mejor a nuestros hijos a disfrutar del sexo, sin
hipocresía, no tendríamos tanto descontrol. Quizá el joven que alguna vez me
dijo “si, ese cosito que tienen ahí abajo las mujeres”, sabría el nombre
correcto de “cosito” y para qué sirve.
Y las mujeres nos animaríamos a llamar a nuestros genitales de forma adulta
y no ponerles nombres infantiles. Disfrutar del sexo y de nuestro cuerpo
requiere madurez, decisión y seguridad. Alegría, risa y pasión también.
En una sociedad tan de avanzada, donde se les enseña a los niños a manejar
PC en el preescolar, yo voto para que primero, aprendamos a abrir bien la
puerta para ir a jugar.
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